Hecho totalmente a la ciudad y a sus gentes, la realidad de este país y la gravedad de sus contrastes dejaron de conmoverme hace tiempo. El choque cultural a este lado del mundo es como un “hostión en la frente” al que sin embargo uno acaba por acostumbrarse. El que no aprende por las buenas acaba haciéndolo, como nos decían de pequeños, a base de hostias.
No voy a hablaros de las cosas que con el tiempo te hace ver Indonesia, ni de las hostias que irremediablemente acabas por llevarte. Ahora que se acerca el momento de recibir las primeras visitas voy a contaros cuales fueron mis primeras impresiones al llegar hace ya más de cinco meses.
Lo primero que me llamó la atención de Indonesia lo viví todavía estando en el aire. Los hombres aquí son imberbes (las mujeres no todas) y cada pelo que les sale de la cara, generalmente de un lunar o de una verruga, lo cuidan como si de un tesoro se tratase. En esas estaba yo, entretenido, contemplando a mi compañero de asiento y su pelo duro de centímetro y medio, cuando al mirar por la ventanilla del avión vi por fin la ciudad de Yakarta. La polución y la anarquía lo envolvían todo. Algo me llamó la atención y algo pasó en mi cerebro que aún conservo el recuerdo intacto de aquella imagen y las sensaciones que me produjo. Aquel enjambre de calles tenía el aspecto de un avispero. La ciudad, a vista de pájaro, era un monstruoso aparato circulatorio en el que miles, que digo miles, millones de motos daban vida a la ciudad. Aquello parecía un hormiguero en plena vorágine.
La tercera imagen en forma de recuerdo, ya con los pies en el suelo, la podréis ver todos los que vengáis de visita (absténganse los traficantes). En vuestro camino hacia la recogida de equipajes, entre un cartel de EXIT y otro de TRANSIT, os encontraréis, a modo de amenaza, con la siguiente advertencia.
Sé que es una tontería y que hay cientos de cosas más impactantes. La pobreza extrema, las deplorables condiciones de vida, las inundaciones, la corrupción, pero fueron las incontables motos vistas desde el aíre, aquella amenaza hipócrita en el aeropuerto y aquel pelo largo-largo, lo que se me quedó grabado aquel primer día de hace cinco meses ya...
4 comentarios:
oye? y lo de antonio no ha sido visita?
Antonio vino un fin de semana y porque le tocaba trabajar aquí al lado. Si no, imposible sacarle del Hilton y de los puros de después de cenar.
Ya empezamos con las memorias? Sí queda media beca! :)
El Ci es un señor con mucha clase
y nadie le puede prohibir la copa, el puro y lo que siga...
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