lunes, 26 de noviembre de 2007

Mamá, quiero una moto!

Este fin de semana hemos viajado a Belitung, isla de perfiles playeros paradisíacos y destino de Robinsones. Pero para llegar tuvimos que volar y al llegar al aeropuerto, nos encontramos con la siguiente noticia:
No hará falta que os diga con qué compañía volábamos, verdad?

Aeropuertos y aviones con alas que se caen aparte (glup!) lo más importante del viaje ha sido que por primera vez en mi vida he pilotado una moto. Pilotar porque lo mío no era conducir, a diferencia de los de Batavia, lo mío era volar. En lugar de contratar un driver con furgoneta decidimos movernos al estilo local, en moto. Indonesia está llena de pequeñas islas a las que el turismo masivo está a años luz por llegar y Belitung, paraíso aún sin descubrir, es una de ellas. La manera de conseguir motos aquí consiste en acercarse a un pequeño comercio y a cambio de unas rupias dejar sin motos y sin cascos (cascos, lo que se dice cascos, los pobres no tienen muchos) a toda una familia. Si, como fue el caso, no hay suficientes, pronto se corre la voz por el pueblo y en seguida llegan los primos segundos. Al más puro estilo Genaro Palacios, la oferta de Gin Tonics, perdón quise decir motocicletas, pasa a superar ampliamente la demanda.

El caso es que (mamá deja de leer) he llegado a Yakarta con la idea de comprarme una moto. Amir y Max (que como buen italiano hubiese preferido una Vespa) ya tienen las suyas. Todo será seguirles, cogerles el rebufo y a ver que pasa.

Lo peor del fin de semana, que creo me he traído pulgas. Ayayay!

jueves, 22 de noviembre de 2007

Perthiguiendo a...

Pese a la mejor de mis sonrisas y a mi pasaporte de servicios, lo primero que me encuentro al pisar suelo australiano es con un miembro de la Gestapo al grito de Inmigratioooon!!! Me extraña que en un avión en el que viajan 120 indonesios, terroristas todos seguro, me paren a mi. Una y otra vez soy preguntado por diferentes agentes de aduanas por el motivo de mi viaje. Vengo a visitar a una amiga, repito hasta la saciedad. Y cuánto tiempo piensa quedarse, pues el fin de semana. No está España muy lejos para venir sólo dos días? Bfff! Lejísimos oiga, pero es que mire usted, yo vivo en Yakarta. Hmmm! (con cara de idiota) me puede explicar eso? Que qué coño hago yo viviendo en Yakarta? eso me gustaría saber a mi. Pues es que trabajo en la embajada, respondo finalmente. Y su amiga, qué hace en Perth? A éstas alturas ya no queda ni rastro de la sonrisa. Pues ha venido a verme desde Sydney. Y qué hace ella allí? Quiere su teléfono y se lo pregunta usted mismo? no te jode. Y desde cuándo la conoce? Pues desde enero o desde agosto, no lo tengo muy claro. A esto, ya me han abierto la mochila, la ha hecho usted mismo? No, me la ha hecho mi madre no te jode, han inspeccionado cada recibo y cada tarjeta de mi cartera, han rebuscado en un libro y en mi cuaderno de notas y hasta se han tomado la licencia de fotocopiar la última página donde tengo anotadas varias direcciones de correo. En definitiva, que vaya recibimiento. Que me han tocado bien los huevos ustedes.

Por suerte, el resto del fin de semana ha ido muchísimo mejor. La ciudad de Perth no es muy diferente a cualquier ciudad inglesa, con sus Queen Victoria y sus St. Peter Square. Con sus calles desiertas a las ocho de la tarde y su eterno olor a fast food. Cambia a los aborígenes borrachos de aquí por los vagabundos con perro de allí, ponles una gabardina hasta el suelo encima de las bermudas surferillas que llevan aquí, y no sabrás muy bien en qué país estás. Las afueras, sin embargo, me recordaban a las casitas americanas de los suburbios, con jardincito delante y niño con gorra al más puro estilo Kevin Arnold en Aquellos Maravillosos Años, cortando el césped.

Perth ha sido la ciudad donde me he reencontrado con la civilización y con Su ritmo occidental. Con carreteras sin tráfico y pasos de cebra, aceras por las que andar y paseos por los que perderse. Filetes con patatas fritas y surfistas de verdad. Autobuses y trenes en los que colarse, y adornos de navidad en noviembre.

martes, 20 de noviembre de 2007

El Ojo del Día

Con intención de seguir acercándoles la realidad indonesia os hago partícipes de un hecho extraordinario que me ha ocurrido hoy. Un hecho cotidiano en España y en casi cualquier parte del mundo, puede convertirse en algo mágico en esta ciudad. Hoy, después de casi dos meses… ha salido el Sol en Yakarta.

Han sido sólo unos minutos pero ahí estaba, brillando en lo alto, esperándome a la salida del trabajo. Se ha pasado casi toda la tarde lloviendo, y el periódico dice que el nivel de contaminación ha bajado de un nivel extremo a otro que no deja de ser muy, muy alto. La estación húmeda ya ha empezado y para deleite de cucarachas y demás habitantes de la ciudad, cada día llueve un poquito más. Dicen que poco a poco los charcos irán creciendo de tal forma que pronto llegará el temido día en que el agua nos llegue a todos por las rodillas, si no por los cojones! que diría nuestro querido analista. Mientras llega ese momento, el momento piragua (prometo fotos, claro!), hoy me quedo con este otro. Con la sensación de salir a la calle y ver todo iluminado por este tono anaranjado que teñía de atardecer mediterráneo la ciudad de la basura, como ya empezamos a llamarla por aquí.

Mata Hari. El Ojo del Día. Sí, aquí el Astro Rey tiene nombre de espía y, haciendo honor a la malograda, es tan esquivadizo como aquella. Aunque siempre esté en lo alto rara es la vez que se muestra con la fuerza a las que nos tiene acostumbrados a nosotros, siempre escondido bajo una gruesa capa de smog. Aunque lo mires fijamente no te hace daño, porque ya digo que, cual agente doble, está pero no está. Hoy ha sido distinto, hoy dolía al mirar. Y eso no ha sido lo único con lo que me he reencontrado esta tarde. Por primera vez desde que llegué me he visto la sombra. Ay! Qué alegría, a punto he estado de preguntarle por la familia. No me he acostumbrado a andar detrás de ella y por momentos me he sentido como el Sr. Burns en aquel Especial de Halloween, homenaje al Drácula de Bram Stoker, en el que aparece junto a una sombra cojonera, con vida propia y que no para de jugar al yo-yo.

Pues eso. Que hoy ha salido el sol!

domingo, 18 de noviembre de 2007

Todos los caminos llevan a... Australia

Llego casi con dos años de retraso y con un propósito bien distinto. Se puede decir que el mío es un viaje romántico, cuando en el control de pasaporte me han preguntado por qué viajaba a Australia mi respuesta ha sido un, relajado a la par que chulesco, for pleasure. Claro que entonces aquel otro, el que me perdí a principios de 2006, fue mil veces romántico, la culminación de un viaje que empezó diez años antes en forma de apuesta y apestando a alcohol.

Me he despertado a 10.000 metros de altura y al mirar hacia abajo me he encontrado con un suelo rojo que se extiende hasta al horizonte y en el que si te fijas puedes ver minúsculos puntitos verdes. Al menos que estemos en Marte y no sobre el Great West Sandy Desert, las hormiguitas esta vez deben ser pequeños arbustos y no personas. Al cerrar de nuevo los ojos me parece verlos a ellos, a Lolo y Antonio, en plan Don Quijote y Sancho Panza, sudando la gota gorda, con la cara roja por el esfuerzo y la colleja tostada por el sol. Ya llevan dos meses pedaleando, de Sydney a Melbourne, de Hobart a Alice Springs, y ya han pasado, si no sufrido, mil aventuras juntos. No se me olvida el vídeo de la araña-centollo o el de la sanguijuela sorbiendo de la pierna de Luigi-langostino, que al igual que el bicho, se les unió durante un tiempo.

Aunque ya han perdido bastante peso (la mujer que conoció a una colina y se casó con una montaña se reencontró en Barajas de nuevo con una colina), han ganado una experiencia única que, pese al tiempo, seguirá abriendo bocas y levantando envidias en aquellos que la oigan por primera vez. Y sobre todo, nos han ganado a todos. A los que pensábamos que nunca cumplirían su sueño de recorrer Australia en bici.

Paradójicamente, al despertarme he sentido un pinchazo en la rodilla. Todavía me acuerdo saliendo del médico con una resonancia bajo el brazo y un informe en el que ponía que sufría una lesión del cartílago de la rodilla derecha. El término médico, calcificación supraespinosa, me traía sin cuidado ya que pese a todas los viernes de preparativos en Manuel Becerra, en frente de un mapa y de cuatro cervezas (Fosters, cómo no?) y todas las tiendas de bicis recorridas los sábados por la mañana, lo único que yo entendía del diagnóstico era que la Odisea Austral se había acabado para mi. Finito!
Aquella vez no pudo ser pero en un par de horas, por fin, pisaré suelo Australiano y retomaré esta otra aventura que me ocupa ahora, igual de apasionante, si no más alocada, que aquella otra. Una historia que comenzó mucho después y que espero que dure un montón; en Yakarta, en Sydney o en Madrid (quién sabe sino en Hong-Kong?).

martes, 13 de noviembre de 2007

Indosincrasia al volante

La otra noche estaba hablando con un amigo y al comprobar las reacciones que tenía sobre algunas cosas que le conté, caí en la cuenta de que poco a poco me estoy haciendo a este país y a sus gentes y que lo que hasta hace nada me chocaba y me dejaba ojoplático se ha convertido en el pan de cada día. Así que ya es hora de empezar a desgranar la psicología de este pueblo pensé, su carácter, su temperamento y su forma de pensar (si es que tienen alguna). Una vez escuché que el grado de civilización de un pueblo se puede medir por la forma en que sus habitantes se comportan al volante, pues bien, aquí van unas joyitas al respecto que explican de alguna forma la idiosincrasia indonesia.

Aunque de pasada, ya he hablado del tráfico en Indonesia, de lo caótico que es y de la forma de pitar que tiene esta gente. Cinco segundos antes de que un semáforo se ponga en verde los coches parados comienzan a pitar con ferocidad. Una primitiva forma de comunicación quizás. También he descubierto que, en un alarde de ingenio y sentido común, el pueblo indonesio decidió simplificar el código de circulación a una ecuación basada en un popular juego infantil. Ni stops, ni cedas, ni semáforos. Piedra, papel o tijera. Sí amigos, tan sencillo como que autobús gana a coche y coche gana a moto. Si lo pensáis con detenimiento es perfectamente lógico. Quién sabe quién demonios tiene la prioridad en un cruce, el de la izquierda o el de la derecha? Por qué tienes que ceder el paso cuando conduces un Mercedes y el que viene es un AX que, en caso de accidente, no te haría ni un rasguño en la estrella? Mucho más fácil, hombre! Ni intermitentes, ni hostias, el pez grande se come al pequeño. Un toque al pito y Amén. Además, todo el mundo sabe las reglas de tan pueril juego, y si no nos lo explican los Simpsons, Lisa a sí misma, pobre Bart siempre elige la piedra. Bart a sí mismo, la buena piedra... nada le gana.

Ah! pero como Bart pensaréis, entonces la moto siempre sale perdiendo? y Loquillo, que para ser feliz quería un camión, o era un visionario o de joven le dieron una beca ICEX en Jakarta. Sí y no. Pierde porque nunca tiene la prioridad pero, sin embargo, en caso de accidente siempre sale ganando, ya que aplicando la fórmula a la inversa, autobús paga a coche y coche paga a moto. Aaamén.

Mentí antes cuando dije que no se usan los intermitentes. Si que se usan y la mayoría de las veces los cuatro a la vez. Si por ejemplo, tú intención al llegar a un cruce es seguir recto, qué mejor manera de indicarlo que dando los warning? Sí, ya sé que de nuevo puede parecer chocante pero si para ir a la izquierda pones el intermitente y para ir a la derecha también, porque no ponerlos todos cuando sigues recto? Ah! y no se olviden de acompañarlo con un ligero toque de claxon, Pí!Acabo diciendo que pese a lo agobiante del tráfico y los niveles de estrés que debiera generar, el indonesio medio vive en un perpetuo estado de letargo que no le permite sobresaltarse ni en aquellas situaciones más extremas. Creo que aun no han asimilado aquello de acción-reacción. Quizá el conducir descalzo, el eructar cada vez que te tocan el pito o el que te huela el taxi a muerto, tiene algo que ver... Y es que si por algo se caracterizan las gentes de este país es por el pavo (y las cucarachas) que llevan encima y porque no pegan un palo ni en una pelea. Pero bueno, tienen su puntillo oye, a ver si se lo encontramos.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Por qué lo llaman Monte cuando quieren decir Volcán?

Tan poca actividad en la oficina se ve compensada con un no parar los fines de semana y con la mucha actividad geosísmica de la zona. Casualidades de la vida, el azar me llevó allá por julio a elegir para la cabecera del blog una foto del Monte Bromo, volcán que hemos visitado este fin de semana (se puede ver en tonos rojizos debajo de la foto de la Princesa Amidala).

Una hora de avión y nos plantamos en Surabaya. La ciudad está asediada por una marea de lodo provocada por la inteligencia y buen hacer de los ingenieros locales que en su afán por encontrar bolsas de gas abrieron una brecha en la tierra y desde abril no ha dejado de salir mierda. El avance del lodo, tóxico y caliente, no cesa y ha devorado casas, negocios, hospitales, fábricas y hasta una autopista. Ha provocado que varios miles de familias se hayan visto obligadas a desplazarse a otras zonas dejándolo todo atrás. El perforar suelo volcánico en busca de dinero, negocio que de ser un deporte acabaría sin duda en –ing, es un ejemplo más de la estupidez de este pueblo en (tan) particular y de la humanidad (tu y yo amigo) en general.
Un tema que me viene preocupando a la hora de viajar es la pérdida de comodidades que vengo experimentando desde que hace ya casi un mes visitamos Bali. Si allí vivíamos como marqueses, en Bromo nos sentimos como presos. Cito la descripción que hace la Lonely Planet del hotel en el que nos hospedamos: Rooms go from prison blocks to an extremely spartan accomodation (pág. 322). El baño, comunitario porque los compartíamos con una familia entera de cucarachas (y no sabéis la de hijos que tienen), me recordaba al de 5º de EGB en Tajamar, al agujero y a clase. Precio de la celda doble, 3,60 euros y los chavales con ganas de cachondeo que preguntan: Mister, breakfast included. No? Entonces, Diplomatic discount, no?

Estábamos a 3.000 metros de altura y el Escher (perdón, quise decir frío) era considerable . Por primera vez en un mes me he puesto un jersey y creo que por primera vez en mi vida no me he quitado las 3 capas de ropa que llevaba puestas (incluidas las zapatillas) en casi 72 horas. El único lujo que me he permitido ha sido volver a meterme el doble calcetín por debajo de los vaqueros al levantarme por la mañanas.

El resto, pues treking entre volcán y volcán, cataratas de 40 metros en la que (no te preocupes mamá) ni pensé asomarme y paseos en jeep a las 3 de la mañana.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Like Dylan in the Movies

De aquí a Hollywood. Hasta hoy vengo peleándome con los 256 Kbs de conexión que tenemos en la oficina para poder subir algún vídeo que amenice tanta palabreja. Es lo que tiene vivir a un país tercermundista.

Sacred Monkey Forest (Bali)
13-oct-07
Casting Mayormono



Carita
27-oct-07
A ver si nos rompemos algo más