jueves, 29 de mayo de 2008

Por becario y por La Libertad

Nunca fui demasiado reivindicativo. En mi pandilla esa tarea siempre recaía en otras personas con más ganas o tablas para reclamar lo que a nuestros ojos era justo. De mayor la cosa no ha cambiado mucho. Desde aquí no se me podrá acusar de utilizar este espacio para reivindicar, denunciar o llamar la atención sobre las dificultades que un becario ICEX se encuentra a lo largo del desarrollo de sus actividades en el exterior. Y, sin embargo, hoy me apetece levantar el puño, increpar, vociferar y, sobre todo, gritar Basta Ya!

Esta aventura comenzó meses antes de Yakarta. Reconozco que el primer día de máster en Madrid me sentí acomplejado por los currículums de la mayoría de mis compañeros. Estados Unidos, Alemania, Suiza, todo el mundo había vivido, estudiado y/o trabajado en el extranjero, y para muchos de ellos aquel éste no sería ni siquiera su primer máster. En algún momento durante la sesión de apertura bajé la cabeza y me pregunté a quién había engañado yo para estar allí. La puntilla final me la vino a dar el Director de Becas cuando afirmó a bombo y platillo que nosotros éramos la elite.

Como suele ocurrir en estos casos seis meses después la historia era otra bien diferente. No solo descubrí que podía encajar casi a la perfección (al menos a veces) entre aquel grupo de vividores, borrachos y pendencieros con los que me tocó compartir clase sino que para cuando el máster tocaba a su fin aquel mismo Director de Becas que nos había puesto por las nubes apenas un semestre antes nos trataba ahora de sucios becarios, el eslabón más bajo cualquier oficina, dijo con desdén. A aquellas alturas ya nada me pillaba por sorpresa, los humillantes talleres de escritura o el desprecio con el que nos trataban algunos profesores o tutores, ya me habían dado una idea de cuál había sido mi estatus durante todo aquel tiempo.

Así llegué a Yakarta, como un simple becario. Con una carrera terminada, 4 años de experiencia laboral, un máster y recibiendo el mismo trato infantil que mis tutores de beca me había otorgado seis años atrás cuando realicé una beca en la universidad. Ordenar bibliotecas, redactar cartas, pasarme el día al teléfono contactando con empresas… no hay nada cómo realizar un trabajo que estimule tu mente y que se adecue a tu formación profesional.

Y, sin embargo, durante todo este tiempo de beca no he sentido la necesidad de quejarme. En realidad, ya sabía a lo que me apuntaba y casi puedo decir que ya estaba al corriente de lo que me esperaba. A sabiendas de lo que había decidí enrolarme, así que desde ese momento aceptaba, de algún modo, recibir este tipo de trato. El día que conocí a Alfredo me dijo que el se apuntó porque tenía la espinita clavada de no haberse ido de Erásmus y mi primo, en un correo contestación a mis amargas lamentaciones sobre lo aburrida que era la vida en la oficina, me contestó lo siguiente: “Lo del curro, no te preocupes maricón, acuérdate de los días en los que has estado puteado currando como un jodeputa y dite a ti mismo que este año va a ser el gran año. El año de tocarte los huevos, el año de shuparla la cohones, el año del surfeo, de las islas paradisíacas, de los masajes de a dos duros, del alcoholismo desenfrenado, de los viajes exóticos.... el año para grabar en una cámara de video y pasarte el resto de tu vida acordándote de él”.

Así que si no me quejo de los estudios de entonces ni del trabajo de ahora, de qué hostias te quejas, os preguntaréis. Pues veréis…

Con el fin de facilitarnos ciertos trámites y otorgarnos indudables privilegios, el Ministerio de Asuntos Exteriores nos concedió un pasaporte de servicios que especifica que trabajamos en la Embajada de España en Yakarta lo cual, además de hacernos parecer más altos y más guapos, nos ha ahorrado algún que otro disgusto.

Además, en una de las cubiertas del pasaporte se puede leer “las Autoridades Españolas esperan que los países extranjeros a donde se dirija no le pongan impedimento alguno en su viaje”. Ahora bien, como todo funcionario encargado de temas consulares debería saber (y si no lo sabe se lo digo yo) para obtener un visado de entrada en cualquier país de esta parte del mundo se necesita un pasaporte con una fecha de expiración superior a seis meses. Sin embargo, a alguien en exteriores se le ocurrió la feliz idea de que una vez finalizada la beca no deberíamos seguir aprovechándonos de dicho documento (son becarios por Dios!) por lo que nos pusieron una fecha de validez hasta el 30 de noviembre de 2008 ¿Resultado? Que hay cuatro becarios en Yakarta y otros tantos repartidos por el mundo que no podrán salir de sus respectivos destinos de trabajo durante los últimos cuatro meses de beca.

Soluciones hay muchas. Pedir la renovación del pasaporte o reclamar la devolución del nuestro original (custodiado en una caja fuerte de la Embajada) son algunas de ellas. Sin embargo, las mismas autoridades que esperan que el resto de países nos deje transitar libremente nos da la espalda con problemas administrativos (nos dicen que seguramente no se nos conceda la renovación que ya hemos solicitado), protocolos burocráticos (no se nos pueden devolver nuestros pasaportes ordinarios si no es por causas mayores) o frases como “es que los becarios de este año viajan mucho”?

Ya que probablemente no vuelva a gozar de una ocasión parecida en toda mi vida, me gustaría tener la oportunidad de visitar y conocer el mayor número de países que quedan aquí al lado. Tarea difícil si las mismas autoridades que suscriben en nuestros documentos de viaje que se nos dé todo el favor y ayuda que necesitemos, nos dan la espalda de semejante manera. Esta circunstancia afecta a casi al 20% de las personas que en la actualidad desarrollan sus funciones en la Embajada de España en Yakarta (no llegamos a 22 personas en total) y aún así nuestra condición de becarios nos hace invisibles ante cargos superiores.

No me gusta quejarme, no me gusta levantar la voz más de lo necesario y mucho menos buscar la confrontación porque sí. Con sus cosas buenas y sus cosas malas, desde el primer día acepté mi estatus de becario, pero no puedo con la ilógica ni el sinsentido de que se me niegue, por becario y porque sí, el derecho a expatriarme un poco más lejos un fin de semana. El Artículo 19 de nuestra Constitución dice que los españoles tenemos derecho a elegir libremente nuestra residencia y que, asimismo, tenemos derecho a entrar y salir libremente de España. Y yo me preguntó ¿con qué derecho nos obligan a los expatriados a permanecer encerrados en un país que ni siquiera hemos elegido como si en lugar de trabajadores fuésemos reclusos? ¿Qué incoherencia más grande verme en esta situación trabajando para un Instituto de Comercio Exterior y realizando una Beca de Internacionalización?

Espero que esta situación se resuelva pronto. Quiero ir a Vietnam, quiero ir a Camboya, y, sobretodo, quiero ser libre para elegir dónde ir y qué hacer en mi tiempo libre. Creo que antes que becario soy español, y antes que todo persona, y como todos en este mundo, yo también estoy amparado por una serie de derechos fundamentales, y el más importante, La Libertad, es el que ahora se me niega.

jueves, 22 de mayo de 2008

El Teatro de los Sueños

Empezó el partido y la cafetería estaba a rebosar. Chavales, bandera en mano, que no dejaban de animar y chiquillas de camisetas rojas y azules que no perdían detalle de lo que pasaba en las pantallas. Diez minutos antes habíamos intentado entrar en el restaurante que el Manchester United tiene en la ciudad pero una cola lenta y kilométrica y un par de intentos de robo nos echaron para atrás.

No sé muy bien qué se les ha perdido a los indonesios en el fútbol europeo pero lo cierto es que la final se vivió como una auténtica fiesta. A pesar de lo intempestivo del horario (el partido empezó a las dos de la mañana) cada bar estaba iluminado con pantallas gigantes y los hinchas de uno u otro equipo le daban color a la madrugada.

O al menos ese era el ambiente que se vivió durante los primeros 45 minutos. Al llegar el descanso, sin embargo, las primeras caras de sueño comenzaron a aflorar. Un bostezo por allí una cabezadita por allá, el cansancio se hacía cada vez más evidente. La segunda parte, con ritmo pero sin goles, dio paso a un letargo generalizado, los uys! se convirtieron en hmmms y según iba transcurriendo el tiempo ya empezaba a verse gente recostada encima de las mesas ¿Nos están gaseando? me pregunté.

Aunque a medida que se acercaban los penaltis la intensidad del partido debería ir in crescendo la prorroga terminó por transformar el Café Oh la la en el Teatro Dubrovka. La debacle se había hecho generalizada, los cuerpos casi se amontonaban unos encima de otros y solo la lotería de los penaltis devolvió la vida al restaurante y sus ocupantes. Yo, por si las moscas, no quitaba ojo de la puerta, en cualquier momento entra un comando ruso, pensaba.

Y así vivimos la noche, emocionados por poder saborear de nuevo un poco de fútbol de verdad, contento por las 20.000 rupias que mi primo invirtió a favor del Machester y, sobretodo, entretenidos viendo como los fans indonesios caían como moscas. Yo me quedo con la alegría de saber que en apenas dos semanas empieza la Eurocopa y por encontrarme en un país en el que la gente se muere por el fútbol europeo.

viernes, 9 de mayo de 2008

Indonesia, 50% Discount!

Si lo cuentas por ahí a lo mejor ni te creen. Esas fueron las palabras del analista de mi oficina cuando le contaba el episodio del sábado pasado estando de compras con mis primos.

Nos encontrábamos en la planta sexta de la que quizá sea la galería comercial más importante de Yakarta, el Centro Comercial Pasaraya Grande, cuyo asemejo más fiel en España sería El Corte Inglés. Después de echarnos unas risas y de intentar regatear el precio de una máscara (sí, aquí se regatea hasta en El Cote Inglés) una de las dependientas bajó la voz y escondiéndose detrás de unas alfombras nos dijo mirando a un lado y a otro que si le pagábamos en efectivo y directamente a ella… Míster, Míster, 50% discount!

Entonces es cuando te entra la euforia, cuando comienza el expolio, me lo llevo todo oiga. Cuando se intercambian los papeles y te encuentras con que el que suelta lo de, si te pago a ti en lugar de a la cajera…? Es entonces cuando el Míster se convierte en una falsa mirada de incredulidad seguido de un Miiiiister?

Y así es como funciona Indonesia. Cuando por estos lugares hablamos de nuestro querido país de acogida decimos que es el tercer país más corrupto del mundo. Hoy, documentándome para escribir la entrada, oh sorpresa! ni siquiera está entre los 25 primeros de la lista. O al menos eso es lo que dice Transparencia Internacional. Yo creo que los indonesios son tan corruptos que hasta pagaron para no salir entre los 25!!!

En el mismo estudio se dice que Indonesia ocupa el puesto 33 y que el 31% de la población pagó algún soborno durante 2007. Uno de cada tres. No está mal para tratarse de la tercera democracia más grande del mundo. Por suerte para nosotros el pasaporte de servicio nos evita el tener que pagar cualquier tipo de mordida. La policía nos teme.

Hace un tiempo, la policía nos paró a Alfredo y a mi por colarnos en una calle por la que las motos tienen prohibido circular. Frotándose las manos nos hicieron ir hasta una comisaría cercana y… su gozo en un pozo, al enseñar la tarjeta de residencia diplomática nos dejaron marchar con una de multa de juguete. Yellow card! nos despidieron entre risas.Camerún, Nigeria, Gana y Senegal. Estas son los cuatro cuerpos de policía más corruptos del mundo. La policía indonesia ocupa el quinto lugar.

Así las cosas, Indonesia es uno de lo países más optimistas en cuánto a reducción de corrupción se refiere. Es que pese a todo la gente aquí es feliz. Dos de cada tres personas creen que la corrupción disminuirá en los próximos años. Estamos en la buena senda, dice el presidente. De sueños también se vive, digo yo.

viernes, 2 de mayo de 2008

Indonesia Mon Amour by La Bohème

Rubens. A Indonesia la Bohemia va a ver al Ney, sin miedo a la gripe aviar, ni a las horas de avión, ni a Alcaidita de Roma.

Carlutis. Se aterriza y uno se achicharra, y David The Cousin te recibe con amor.

R. Se pasa la aduana con honores de embajador, se coge un taxi por 200.000 rupias (casi ná) y se llega a los luxury flats con el Halcón callejero de escolta (alias Neysin nieto)

C. Yakarta tiene un encanto digamos… distinto. Es la tercera ciudad más contaminada del planeta y hasta el Zitro, que no tiene olfato, percibe el aroma del agua estancada en los canales que construyeron los “BULÉS” en el siglo XIX. David The Cousin conduce con mascarilla su moto. No es para menos.

R. A lo mejor el encanto es que, por la noshe, si uno quiere, se juega al billar, o por dos lauros la shupan. El finde en Yakarta los Bohemios la pasan pirata con el Neys y el Zitros. El domingo se marchan en tren a Yogyakarta, durmiendo y viendo arrozales, y durmiendo, y viendo más arrozales…
C. Y tras ver Yogyakarta puede entrarte la “turista”, como llaman los franceses a las gastroenteritis de viaje. Y te pilla de lleno en Borobudur, posiblemente el templo budista más impresionante del mundo.

R. Pero ni la turista ni la gastrista pueden con el espíritu aventurero (a la par que conforturero) de la Bohemia parisina, y se sigue hacia Prambanan y se “la flipa” viendo ese peazo de templo Budista y a su vez hinduista. Y ese mismo día (ya martes) se duerme en la ciudad de Han, más conocida por Solo.
C. Una opción para ir de Solo hasta el volcán Bromo es alquilar un driver muy particular. Por ejemplo, uno que se llame NUR (“luz” en indonesio) y sea uno de los indonesios más quedaos del orbe. Uno se imagina que al Bromo se llega de algún modo, pero nunca se espera llegar 5 horas más tarde de lo previsto porque el driver no sabe adónde va y se orienta peor que la que escribe.

R. De nuevo el mal ataca a la Bohemia, pero la Bohemia resiste y una parte de ella obliga al super-driver a para en cada pueblo, y se baja del coche con su plano de guía y obliga a preguntar a las gentes del volcán por la forma de llegar, y se insiste, se insiste y se insiste. Y al final se llega, de noche pero se llega. Y se le dice al peaso de driver “Hasta luego Lucas”, a pesar de que nos tenía que llevar al día siguiente a Bali, con su sentido de la desorientación, YA TE JODE!

C. Menos mal que el volcán merecía la pena.

R. En el volcán se pasan 2 días, se pasa también la
turista y se sale para Bali el viernes, donde nos espera el Neys en el aeropuerto y ELLA LA ARAÑA en el hotel de Legian.

C. Bali is simply the paradise. Bali, c’est le paradis. Vengan y juzguen.

R. Sábado y domingo con el Neys en el este de Bali. Algunos templos, playuki y un poco de pitufos en el agua (snorkling)

C. De domingo a miércoles, Ubud y alrededores. Se duerme en el palacio de la familia real (con la familia real dentro, sin el rey, que se murió hace un mes) y se hacen excursiones varias.

R. Se ven templos, volcanes, procesiones del rocío a la indonesia… y el miércoles la Bohemia, que ya no es lo que era (si es que en algún momento lo fue) se marcha a la playuki en plan relax, que ya basta de templos y actividades culturales, y de culto ahora al cuerpo. Hotel de tipo Galicia calidade junto a la playa.

C. Y hasta se surfea.

R. Y el viernes, con mucha pena en el alma, se deja Bali, y se vuelve a Yakarta para preparar el viaje de vuelta, otras 20 horas, ideal para las varices.
APÉNDICES: CONCLUSIONES BOHEMIAS

Java es enorme, caótica y con la sombra de una importante civilización según se aprecia en sus imponentes templos. Bali es pequeña, menos caótica y más cercana de lo que podemos llamar el paraíso. Tanto en Java como en Bali las gentes son amables y serviciales. Esperemos que no pierdan su identidad, aunque les vendría bien dejar de lado ese quedadismo vital que les caracteriza. El Neys en Yakarta las flipa. Se lo pasa teta y aprovecha este año vacacional no buscado para descubrir esta zona del mundo tan increíblemente maravillosa y lejana de la nuestra.
TERIMA KASIH INDONESIA, TERIMA KASIH DAVID. Lo hemos pasado, de verdad, PIRATA, PIRATA. Lotta&Rubns THE PLASMA BOHEMIANS.

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