viernes, 12 de septiembre de 2008

Un Tipo Genial

Como tantos otros indonesios se llama Mohamad pero todo el mundo le conoce como Ace (leído H). La mayoría de sus frases acaban con la palabra “pinga” y casi todas sus conversaciones en una carcajada. Aunque nació en Yakarta siempre supo que quería viajar a Europa y conocer Holanda, el país donde nació su abuelo. Tiene 58 años pero parece algo mayor.

Pronto perdería la energía con la que llegó a Ámsterdam, era el final de la década de los 60 y quién sabe si aquello resultó demasiado para el. Desencantado, decidió marcharse a la Costa del Sol donde encontró un trabajo como relaciones públicas en un restaurante indonesio de Málaga. Los holandeses son fríos y tacaños, dice comiéndose las palabras con su acento peculiar, el carácter de los españoles mucho mejor, pero hablo de los del sur, eh? los del norte muy tacaños también.

Guarda muchísimas anécdotas de los 8 años que pasó en España, los más felices de mi vida, recuerda. No hablaba ni una palabra de español pero pronto conoció a muchísima gente que le ayudaría con el idioma. Guardias civiles, taxistas, camareros, era el único indonesio de Torremolinos así que todo el mundo le conocía. Se hizo socio del Málaga y aunque su ídolo era Cruyff a mi, madridista de pro, me habla de Santillana y de Amancio y de lo grande que le pareció el Bernabeu por dentro. Todavía escucha canciones de Julio Iglesias, su cantante preferido, y sigue hablando con nostalgia de Ana María, la enfermera malagueña con la que salió 4 años.

En 1977 lo vuelve a dejar todo, Ana María incluida, para volver a Indonesia a cuidar de su padre enfermo. Un día el Embajador de España llevó su Mercedes averiado al taller donde trabajaba y enseguida hicieron buenas migas. Dos años después abrieron la Oficina Comercial y el Embajador no dudó en llamarle, Ace qué te parecería trabajar en la Embajada?

En 1981 yo muy cerca del Rey, me dice. Él, donde tu estás y yo, muuuy nervioso, aquí, muuuy estirado, al lado de esta mesa. Ace, me dijo sonriendo, tú tienes que hablar conmigo como si yo fuera cualquier otro, recuerda que le dijo el Rey.

Por desgracia no todo el mundo le ha tratado con tanta amabilidad, los tres primeros consejeros muy buenos conmigo, otros no tanto. Personalmente, me resulta increíble que alguien se pueda llevar mal con un personaje así pero hay gente para todo. Hace unos años le quitaron la llave de la Oficina porque a alguien se le ocurrió que el personal local no era de fiar. No me importa, antes siempre llegaba el primero, ahora, dice, me quedo más tiempo en la cama o me bajo a jugar al ajedrez (Ace es el auténtico Karpov de la Embajada).

Aunque nadie se lo pide todos los años se encarga de echar una mano a los becarios. A nosotros nos buscó las motos y ahora nos ha buscado compradores. Un sábado, nos llevó a ver al curandero de su barrio y, siempre que puede, nos ayuda con los viajes que hacemos. A mi me consiguió un sofá cama por la mitad de precio.

Después de 28 años trabajando en la Oficina aún no tiene claro si su contrato está regulado por la ley española o no. No sabe si puede cogerse los 3 días extra de vacaciones que el convenio español otorga a los empleados de la administración con más de 25 años en el cargo. Su jefe se los ha denegado y él dice con filosofía que no quiere pelear por ellos, que no merece la pena.

El 8 de agosto Ace faltó al trabajo. Tenía un dolor agudo en el pecho y se marchó al hospital. Allí pasó dos semanas ingresado, en la misma planta donde meses atrás había muerto Soeharto, decía con orgullo. Ya en casa pero aún convaleciente, recibió una llamada de su jefe, había mucho trabajo en la oficina y tenía que incorporarse cuánto antes. Ese mismo día volvieron a ingresarle. Había sufrido un infarto severo de miocardio. La operación duró varias horas, el tiempo necesario para hacerle un triple bypass. Pasó 3 días en la UCI y perdió un montón de peso.

Hoy, Ace está de vuelta en la oficina, trabajando en su viejo despacho de siempre, un pequeño cuarto sin ventanas impregnado del olor dulce del clavo de sus cigarrillos. Aunque sigue fumando más de lo que debiera el siempre se excusa, ahora solo tres pitillos al día hombre.
Hoy quería que conocieseis a este personaje de risa contagiosa y tos delicada. Un hombre que durante veintitantos años ha trabajado para nuestro país y que pese a trabajar en una Embajada no pisa suelo diplomático, qué vergüenza. Este año ha pasado mucha y muy variada gente por mi vida pero sé que dentro de unos años, cuando vuelva la vista atrás y piense en los indonesios en general, mis recuerdos se centrarán en este personaje tan particular. En Ace, un tipo genial.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

te has consagrado, es la mejor entrada que he leido en tu blog.

Un saludo para ti y para ace

José Luis Mejía dijo...

Hola, soy peruano y hace dos meses llegué a Yakarta a trabajar. Siempre ando buscando págonas relacionadas al país y he tenido la suerte de encontrarme con la tuya, ¿sigues acá?
Saludos,

José Luis Mejía
jlmejia@gmail.com

Anónimo dijo...

los pelos como escarpias
Saludos a los 2