domingo, 22 de marzo de 2009
viernes, 13 de marzo de 2009
jueves, 12 de marzo de 2009
Leeche Check! Leeche Check!
Con las primeras luces del día embarcábamos cada mañana para ver cientos de macacos río arriba y comprobar cómo la jungla va cobrando vida según trascurre la mañana. Vimos como amanecían familias enteras de monos narigudos, u Orang belanda (hombre holandés) como las llaman aquí, para hacer mofa de los invasores europeos. y sus narices. Una mañana incluso tuvimos la oportunidad de ver un orangután en estado salvaje y aunque estaba bastante lejos, subido a lo alto de un árbol y moviéndose con toda la calma del mundo de rama en rama de una forma lenta y perezosa, la experiencia fue alucinante. Allí estábamos todos en la barca, aún medio dormidos y con la boca abierta, como si en lugar de un simio gigante tuviésemos delante un extraterrestre recién aterrizado.
La palabra orangután significa hombre de la selva y en verdad que sus movimientos y sus gestos se asemejan a los nuestros. Más tarde veríamos algunos más en Sepilok, uno de los cuatro centros de rehabilitación que existen en el mundo, donde cada día acuden orangutanes huérfanos o heridos en busca de comida. A la llamada de los cuidadores también acuden macacos desesperados intentando robarle la comida al pobre huerfano... Sabandijas! protagonizando unas escenas de lo más gracioso.
Sin embargo y para desgracia nuestra, al poco de llegar descubrimos que los auténticos protagonistas del viaje no serían los silenciosos orangutanes ni los escurridizos elefantes pigmeos, sino un bichejo mucho más pequeño y resbaladizo. Yo no las había visto más que en la tele, casi siempre en sucias imágenes que acaban por disgustar al espectador y arrancarle un aaargh o un hummm, en viejas películas de Rambo o de soldados americanos en el ´Nam. Muchos han sido los protagonistas expuestos a ellas aunque la escena que prevalecía en mi cabeza cada vez que ponía un pie en la jungla era aquella en la que uno de los protagonistas, por una vez no le toca al gordito, de “Cuenta conmigo”, Stand By Me en inglés, descubre una dentro de su bañador. Las protagonistas del fin de semana han sido, sin lugar a dudas, las sanguijuelas.
Calcetines por fuera del pantalón, botas de agua hasta la rodilla, camisa de manga larga abrochá-sta-rriba, gorra y calzoncillo de castidad para que no la shupen, todo esfuerzo era poco para luchar contra las malditas sanguijuelas. Cada poco tiempo el guía paraba la marcha en mitad de la jungla y al grito de Leeche Check! Leeche Check! instaba al grupo a revisarse el cuerpo de arriba abajo en busca del mencionado bicho ventosa. Las muy babosas aparecen en cualquier lado, en la ropa y hasta en la pantalla de la cámara, pero por suerte lo único que provocaron en nosotros fueron pequeños ataques de pánico. No tuvimos ningún percance serio y la sangre, qué apropiado dicho! no llegó al río.
En definitiva un viaje bonito en el que perderse entre los sonidos de la selva por la noche, mezclarse con todo tipo de animales y bichejos y acabar de barro hasta las orejas. Un viaje del que hablar.
viernes, 6 de marzo de 2009
Hoy Podría hablaros...
Hoy podría hablaros de que casi ya no veo las Petronas desde mi balcón o de que el taxista que nos lleva cada tarde a la estación a menudo va en vaqueros y que últimamente me tiene la cabeza frita con tanto Islam parriba y tanto Islam pabajo. “No me pases tu mierda” le voy a soltar un día. A lo mejor podría hacer un post sobre el trabajo y los compañeros, sobretodo sobre el que está seguro que todas las ligas están amañadas, o sobre el torneo de fútbol que empieza en la oficina la semana que viene. O sobre la mañana en que aquel taxista indio intentó un secuestro express sobre mi persona (jamematen!). Hoy podría cambiar la fuente o el color del blog o dejar este párrafo sin justificar. También podría hablaros de cómo ha servido de terapia contra mi fobia a los peluqueros malayos el que un buen día me encontrase con la peluquería de Seroja reducida a escombros, cosa con la que llevaba soñando desde hace mucho tiempo. Viendo el calor que hace hoy quizá podría escribir sobre los cines de Kuala, sobre los subtítulos en diferentes idiomas que tapan la mitad de sus pantallas o sobre el frío gélido que te obliga a calzar zapatillas, calcetines incluidos, en lugar de chanclas. O podría contaros las sospechas que tengo desde hace un par de meses de que solo dos personas, dos tontos muy tontos, leen este blog.
He pensado que tal vez sería un buen momento para deciros que en Semana Santa pasaré unos días en España y que espero poder tomarme una cerveza con todos y cada uno de ustedes. Total si sois dos no creo que ni siquiera entre en pedo. Igualmente sería una buena oportunidad para recordaros la dirección a la que enviar vuestros regalos ante la tan señalada fecha que se avecina (o, más bien, que me atormenta). Quizá podría hablaros de sexo pero para eso ya está Zapatero. Podría explicaros lo confortable que les resulta mi hombro a los malayos que se quedan dormidos en el tren o podría hacer una lista con los discos que me he bajado últimamente o aquellos que están a punto de salir y que querría escuchar ya. Podría intentar explicar qué es un Catch 22 pero total, no creo que lo consiguiese. A lo mejor podría contaros que hasta hace bien poco cenaba con Jack Sephard pero que ahora comparto los macarrones con Tony Soprano. Hablando de comida, podría contaros que desde hace cuatro meses como con palillos, que las sopas aquí se reducen a un cuenco de agua hirviendo con una acelga cocida o que uno de cada diez platos que un camarero deja encima de tu mesa viene con vida dentro (no diga vida diga cucaracha!).
Podría contaros tantas cosas y, sin embargo, es hora de salir corriendo, que hoy me marcho a la jungla a ver orangutanes (si es que aún queda alguno vivo).