"Siempre que me vienen a visitar encargo que me hagan una entrada".
El niño vive en Malasia, así que técnicamente no fuimos de visita. Pero no importa. En mi visión iletrada y romántica del mundo, éste tiene cinco continentes: América, Europa, Africa, Arabia y China. Y hacer un viaje a China (por mucho que sea a Tailandia y Camboya), teniendo dos amigos en China (por mucho que sea en Malasia), es hacer una visita en toda regla.
Han pasado diez minutos entre el párrafo de arriba y esta frase. El niño no sabe, todavía, que puedo escribir de comida china, gastroenteritis, mochileros y repelente de mosquitos, pero no puedo escribir de arrozales, selvas o ruinas al amanecer. Dame Helsinki y Doha, la burocracia, la línea 6 de metro, una peli de Medem, una noticia de la SGAE o unas obras de Gallardón y yo estoy en mi salsa, pero no me des la mejor playa ni las ruinas más espectaculares. Podía escribir del país que me merecí, pero no de los países que voy a visitar. Esta claro que, igual que hay antihéroes, también hay antiescritores, así que cedo la entrada.
5 vuelos, 4 taxis, 5 tuk tuks, 4 longtails, 2 ferrys, 2 trenes, y un viaje en metro después llegamos finalmente a la meta del viaje. El Komando Malasia nos esperaba en el aeropuerto-pagoda de Siem Reap, después del timo con sello oficial que la policía camboyana tiene a bien gastarle al turista. Para no parar el ritmo del viaje que tenía como hora habitual de amanecida las 5 am, dos besos, tuk tuk al hotel y corriendo a las ruinas.
No voy a negarlo, soy un pedante y me gustan las piedras (aunque 3 horas de explicación de Ramanya, Maharabatra y el Océano Lácteo también me acaban por superar) pero creo que es difícil describir las ruinas de Angkor. Son a las Ruinas lo que el Real Madrid es a la Champions*, Nadal a Roland Garros, o el Mortirolo a los puertos ciclistas. Siempre pensé que para ver cualquier conjunto de ruinas un dia sobra, pero aquí después de tres no has visto mas que una parte.
En cuanto a con cuál quedarse, la duda está entre las misteriosas caras sonrientes del Bayon y la puerta de Angkor Thom, las puertas del inframundo de Ta Prhom, los relieves de Bendir Srey, la soledad de Preah Kahn... pero ante todo la grandiosidad de Angkor Wat. Podría hablar de los templos, o dar wikichapas de mentira porque todo lo que sé del Imperio Khemer lo he leído el ultimo mes, pero lo mejor es que vayais (por mi trabajo esta semana deberían de darme la medalla al merito turístico de Camboya)
Y eso solo las piedras..porque lo poco que vimos desde el tuk tuk de Camboya nos fascinó…arrozales de un verde eléctrico, y selva de un verde mas eléctrico áun (si tuviera que elegir entre la selva y las piedras nunca sabría con que quedarme….bueno, para eso esta Ta Phrom…), monos, tuk tuks de colores y palafitos
Sobre los khmeres hay muchas cosas que decir, que parecen muy felices (aún más pensando de dónde vienen), que tienen un donde lenguas asombroso, que son lo más espabilado que he visto en el trópico, que como los thais no se espabilen en una década se los han comido a todos, que tienen unos niños encantadores que te sacan un dólar en cuanto te descuides, y que al grito de “Susana bonita” te venderán cualquier cosa…