Poniendo voz de Coco… Hoy vamos a hablar de nuestra amiga, la higiene. Y no de higiene en general sino de la higiene al excretar. Por eso, tal vez no debería empezar esta entrada al etilo Barrio Sésamo sino en un tono mucho más serio, en modo presentador de telediario de cuando éramos pequeños, poniendo cara de gravedad y advirtiendo… las siguientes imágenes pueden herir la sensibilidad de nuestros telespectadores ¿Ya no dicen estas cosas verdad?
Una de las primeras cosas que te llama la atención de Indonesia es una pequeña manguerita que cuelga de uno de los extremos de las tazas de váter (o de los váteres, se dice así? tanto utilizar esta palabra, y no solo en su forma escrita, ejem! y no sé ni escribirla). Bueno, se trata de un artilugio de goma, dispositivo dirían algunos, con el cual los musulmanes se limpian el trasero después de hacer sus necesidades. Aunque a primera vista parece bien simple, la fuerza y la presión con la que sale disparada el agua hacen que mi mente estrecha aún no comprenda del todo su funcionamiento. En mi opinión no estaría de más que, al igual que en los secadores de mano, se ofreciesen unas pequeñas indicaciones sobre su uso y, por qué no, algún dibujito explicativo. A mi modo de ver el procedimiento debe ser parecido al siguiente, aún sentado en la taza introducir la manguera por el huequito que queda entre las piernas, jaaarl! y aplicar sobre una de las manos. Nunca directamente sobre la zona cero o área a higienizar. El disparar directamente sobre el objetivo puede convertir el asunto en una bomba de racimo, advertiría el manual. Sin querer entrar en más detalles, otra de las cosas que te sorprenderán es lo larga que los indonesios se dejan la uña del dedo meñique. Algunos dicen que la usan para poner el intermitente sin necesidad de retirar la mano del volante. Mentira, os digo yo, los indonesios no ponen los intermitentes, quizá las usen para raspar las zonas de difícil acceso o conseguir un mejor acabado pero bueno, yo sí que había dicho que no iba a profundizar, verdad? Sea como sea, recuerda que, por muy sucia que tengan la mano derecha, al saludar a un musulmán nunca debes estrechar su mano izquierda.
El váter de la oficina carece de manguera, no obstante se encuentra en territorio español, qué cojones de manguerita! Lo que nosotros tenemos, contiguo a la taza del váter, es un bidé (o se dice bidet? esta palabra la uso mucho menos y tampoco sé cómo se escribe, Ay!) que los empleados locales, aún recelosos del papel higiénico, utilizan como suplemento del chorro. Aún recuerdo que, al poco de llegar, no era raro encontrarme con el suelo del baño empapado y, misteriosamente, siempre era alrededor del bidé. Yo miraba al suelo encharcado y la única explicación que encontraba provenía de una escena en la que Paul Hogan investiga el servicio de un hotel en Nueva York. Al poco entendí el significado de aquello, los indonesios gustan de hacer chafún! al utilizar el bidé.
La higiene en este país no conoce fronteras y al visitar un baño público encontrarás otros elementos que llamarán tu atención. Véase el típico vasito de agua encima de los inodoros o los lavabos a ras del suelo. Los primeros se utilizan para lavarse después de orinar. Refrescante a la vez que relajante, si se te va caer la gotita en el calzoncillo, que al menos sea de agua y no de aguita amarilla. Los segundos sirven para lavarse los pies antes de la oración. Las únicas toallas que se ven en los lavabos se utilizan para el secado de los pies pero no resulta raro encontrarse a un guiri despistado utilizándola para secarse las manos y lo que es peor, para secarse la cara.
Bueno, haciendo balance y tratando de sacar alguna conclusión de tanta escatología gratuita, podemos concluir que, en cuanto al lavado genital se refiere, los indonesios están a años luz de nosotros. Yo mismo no estaba muy convencido de ello pero un indonesio me dijo una vez, y si os conformáis con un trocito de papel para limpiaros el culo ¿por qué os laváis las manos con agua? Es que acaso no te llega con el papel. Touché, pensé yo.
Una de las primeras cosas que te llama la atención de Indonesia es una pequeña manguerita que cuelga de uno de los extremos de las tazas de váter (o de los váteres, se dice así? tanto utilizar esta palabra, y no solo en su forma escrita, ejem! y no sé ni escribirla). Bueno, se trata de un artilugio de goma, dispositivo dirían algunos, con el cual los musulmanes se limpian el trasero después de hacer sus necesidades. Aunque a primera vista parece bien simple, la fuerza y la presión con la que sale disparada el agua hacen que mi mente estrecha aún no comprenda del todo su funcionamiento. En mi opinión no estaría de más que, al igual que en los secadores de mano, se ofreciesen unas pequeñas indicaciones sobre su uso y, por qué no, algún dibujito explicativo. A mi modo de ver el procedimiento debe ser parecido al siguiente, aún sentado en la taza introducir la manguera por el huequito que queda entre las piernas, jaaarl! y aplicar sobre una de las manos. Nunca directamente sobre la zona cero o área a higienizar. El disparar directamente sobre el objetivo puede convertir el asunto en una bomba de racimo, advertiría el manual. Sin querer entrar en más detalles, otra de las cosas que te sorprenderán es lo larga que los indonesios se dejan la uña del dedo meñique. Algunos dicen que la usan para poner el intermitente sin necesidad de retirar la mano del volante. Mentira, os digo yo, los indonesios no ponen los intermitentes, quizá las usen para raspar las zonas de difícil acceso o conseguir un mejor acabado pero bueno, yo sí que había dicho que no iba a profundizar, verdad? Sea como sea, recuerda que, por muy sucia que tengan la mano derecha, al saludar a un musulmán nunca debes estrechar su mano izquierda.
El váter de la oficina carece de manguera, no obstante se encuentra en territorio español, qué cojones de manguerita! Lo que nosotros tenemos, contiguo a la taza del váter, es un bidé (o se dice bidet? esta palabra la uso mucho menos y tampoco sé cómo se escribe, Ay!) que los empleados locales, aún recelosos del papel higiénico, utilizan como suplemento del chorro. Aún recuerdo que, al poco de llegar, no era raro encontrarme con el suelo del baño empapado y, misteriosamente, siempre era alrededor del bidé. Yo miraba al suelo encharcado y la única explicación que encontraba provenía de una escena en la que Paul Hogan investiga el servicio de un hotel en Nueva York. Al poco entendí el significado de aquello, los indonesios gustan de hacer chafún! al utilizar el bidé.
La higiene en este país no conoce fronteras y al visitar un baño público encontrarás otros elementos que llamarán tu atención. Véase el típico vasito de agua encima de los inodoros o los lavabos a ras del suelo. Los primeros se utilizan para lavarse después de orinar. Refrescante a la vez que relajante, si se te va caer la gotita en el calzoncillo, que al menos sea de agua y no de aguita amarilla. Los segundos sirven para lavarse los pies antes de la oración. Las únicas toallas que se ven en los lavabos se utilizan para el secado de los pies pero no resulta raro encontrarse a un guiri despistado utilizándola para secarse las manos y lo que es peor, para secarse la cara.
Bueno, haciendo balance y tratando de sacar alguna conclusión de tanta escatología gratuita, podemos concluir que, en cuanto al lavado genital se refiere, los indonesios están a años luz de nosotros. Yo mismo no estaba muy convencido de ello pero un indonesio me dijo una vez, y si os conformáis con un trocito de papel para limpiaros el culo ¿por qué os laváis las manos con agua? Es que acaso no te llega con el papel. Touché, pensé yo.
3 comentarios:
Vaya frikis, espero qie no se te peguen esas costumbres.
Y quien narices se atreve a tocar esa manguerilla?
Entonces no te quitamos los bideles de tu casa nueva?
Saludeisc
A la vuelta, despué de vivir un año en esta "maravillosa" ciudad, es cuando me entero de como se usa la manguerita. Dos veces lo intenté y te puedes imaginar como acabé...con la chaqueta a la cintura...He descubierto cosas nuevas de los baños de señoras, no hay día que no nos sorprendan!
Besos!
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