Este fin de semana hemos tenido el honor de acoger a 7 becarios de Singapur. Cambiar la que dicen es la ciudad más limpia del mundo en la que no está permitido ni mascar chicle en la calle por Yakarta puede ser un trauma por el que no queríamos hacer pasar a Miss Hafner. Por eso, decidimos ahorrarles el mal trago y contratar un viaje.
Esto es lo que se nos vendieron: un fin de semana en una isla paradisíaca, nadar entre delfines en su migración hacia aguas australes, kilómetros de playa virgen y corales kilométricos.
Un espectador curioso hubiese podido contemplar la siguiente escena… Pulau Tunda, una isla perdida entre Java y Sumatra. Un chaval (el chaval) tirado en el suelo, intentando dormir entre Amir y Alfredo. Entre risas. Entre mosquitos. Entre otras cosas que también picaban. Insonorizado con su iPod (siempre ahí, en lo bueno y en lo malo… hasta que la batería nos separe) del ronroneo salvaje de cientos de mosquitos. Los vaqueros puestos. Un gato, que no para de salpicar pulgas, rascándose a sus pies. Después se rascaría el chaval. Un bebé que llora en la habitación contigua. Cuatro becarios singapurenses que deciden volverse a Yakarta antes de tiempo. Cielo gris y lluvia infinita. La tripa llena de arroz, siempre arroz. Una cara retorcida de tanto apretar para no tener que ir al agujero en el suelo y la palangana con agua a la que llaman baño. Todo en vano, al final no le queda más remedio que ir. Podría seguir con detalles más precisos pero mejor será dejarlo ahí.
Esto es lo que se nos vendieron: un fin de semana en una isla paradisíaca, nadar entre delfines en su migración hacia aguas australes, kilómetros de playa virgen y corales kilométricos.
Un espectador curioso hubiese podido contemplar la siguiente escena… Pulau Tunda, una isla perdida entre Java y Sumatra. Un chaval (el chaval) tirado en el suelo, intentando dormir entre Amir y Alfredo. Entre risas. Entre mosquitos. Entre otras cosas que también picaban. Insonorizado con su iPod (siempre ahí, en lo bueno y en lo malo… hasta que la batería nos separe) del ronroneo salvaje de cientos de mosquitos. Los vaqueros puestos. Un gato, que no para de salpicar pulgas, rascándose a sus pies. Después se rascaría el chaval. Un bebé que llora en la habitación contigua. Cuatro becarios singapurenses que deciden volverse a Yakarta antes de tiempo. Cielo gris y lluvia infinita. La tripa llena de arroz, siempre arroz. Una cara retorcida de tanto apretar para no tener que ir al agujero en el suelo y la palangana con agua a la que llaman baño. Todo en vano, al final no le queda más remedio que ir. Podría seguir con detalles más precisos pero mejor será dejarlo ahí.
Multiplica esto por dos, sábado y domingo, y te sale un fin de semana. Nuestro fin de semana y un viaje con precio cerrado. Igual que al Madrid el domingo, después de cinco meses aquí, a nosotros no deberían marcarnos goles como este.
Hay gente a mi alrededor que está entrando en la fase de “dónde está el botón que me los cargo a todos”, lo que me recuerda que tengo pendiente contaros las diferentes etapas por las que pasa un expat en Indonesia ¿en qué fase está el chaval? Hmm… me lo pienso y os lo cuento, vale?
Hay gente a mi alrededor que está entrando en la fase de “dónde está el botón que me los cargo a todos”, lo que me recuerda que tengo pendiente contaros las diferentes etapas por las que pasa un expat en Indonesia ¿en qué fase está el chaval? Hmm… me lo pienso y os lo cuento, vale?